martes, 23 de enero de 2007


Chita a la sal sobre mantel bordado



[Con dama almorzando en
el Costanera 700,
después, ella habla
de ideologías, Lima, 1,999]




Del cordaje matronal el pez luce acerado
su tesitura abrillanta el adobo y desafía
los dedos dispendiosos en la espátula de plata
y cariciosa trazas en soya el ideograma
un mohín, con rabia de vidrio de navajas giras el cuello
te queda ese rumor a grillo, un vaho a cisne remoto.
Liberal, explicas a Toffler, uñas larguísimas, un rubor.
Solitaria, despliegas mundo de un súbito medrar.
El presidente ingresa abrigado de comitiva. Él te sonríe.
Escribes una nota, alongada y displicente.
El vino blanco derrama indecente su brillo,
El presidente asiente mientras te observa y alza su copa,
la carne nívea de marinas se tensa
excelente sabor, firme tallado de la sapidez y el arroz.
Sólo el pueblo sabe más del pueblo, insistes.
El presidente ahora se retira a su justa siesta
Colas del camarón, garra del coral a su río quemado
usura del blindaje y su eructo sarnoso.
Abres los ojos y acurrucada al costado pides un beso.
Hija de puta, inolvidable.
Hoy los dos moran en los infiernos.

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