martes, 23 de enero de 2007


Hotel de Chala



Me limito a poner esa frente
ante ustedes, léala quien pueda.
La Pradera (LXXIX), Moby Dick
Herman Melville


Agramáticos
en la garganta inmortal del farallón
que en comba clava las perladas
escamas de la mar
cuyos domos de yodo dejan en la virginidad
del horizonte liquidado
un agua fuerte elástico y de acero,
tu nombre y el suyo –por supuesto,
yemados por las olas de geometría prístina
tremolados y de vieja rapiña, permanecen
agramáticos.


Balaustres –el diseño—la terraza.
Estoy colocado en mi exacto a las once
Mi propio correcto ante la primera botella
Y entre la playa –ciruela pardusca—y mi vaso,
El grado cero en el filo del asfalto
Se hace montaje en un hilo de dolor.
Sin molduras olvidado el sol clavado en la nuca.
El edificio no va del dórico al corintio
Y mi corazón corrugados –que es cierto—no olvida
Es allá, erizo reventado en salitre
Tras el crestón ocre que otra camanchaca borra
Y/o conserva boqueando con pasión
Que saja una osamenta más torpe.


De mi pie al cuello tose un hirsuto valle
Y una leprosa guirnalda de algas aborrece.
Se pudre el astro yeminal y no me quisiste,
Renacentista es tu desabotonado corazón
--el arenal es así ¡Itaca, Itaca¡--
Y permanezco estalagmitado y apuro otro brindis
Cuan extraño senador al ocaso
Vinoso, exhumado por las acezosas aguas
En mi trono fétido de tormenta babosa
--extranjero de conga y terno blanco—
cuando legislan el musgo y la mala leche
y el peje cumple con escasear de vez en vez
solimán –del día más caliente de la sangre.


El sema innombrable en el texto es hoy leído
En otro cuerpo y en otra voz con fuego contra
Natura y el deseo –el acto—escrito enciende
El sentido y estigmatiza al lector ideal dos mil
Días después al auténtico conector de los cuerpos
Y explotan los espacios no permitidos que aquellos
Fotogramas no logran encuadrar y el equilibrio de
La contrariedad del eje amoroso dolorosamente
Convierten al deixis prohibido en opuesta escritura
--la isotopía de la traición—y el hedor de otra
estructura es un eje de deseo del programa demoníaco
que tu discurso patentizó para enloquecer a Dios.



En justicia, La Encyclopaedia Británica no la acepta
Y en el cobertizo de greda aparece fayedunawayisada
Perfecto blow up para una perraza
Y en la habitación contigua aromea el vino
En un violín rijoso y trasojado.
Pero fue bella y fresca y escapada de los prados
Lo sé; he masticado su vicio en A mayor
y su incapada y esmaltada cabellera anoche
--de arquitectura posfuncionalista—
anegándome por las rendijas de luz
reptila de mirada contra vientre y natura
yambalista con la llaga viva de tenazas
de sábado, arañas y mortajas.


Bajo a almorzar correctamente borracho
Ahorcando mi pañuelo digno a esperma marina.
Definitivo, este bar no es El Floridita
Y me sirven una nube preñada y blanca
Mi lápida que el peñón caligrafía en el ceruleo mal
He devorado las 97 corvinas de ojos maternales
En la gran mesa donde fuiste negociada.
Dos niños de lengua extraña bajan a la playa
Los espió desde mi ángulo trapezoide
Tramoyado en lujuria y el tinglado de yute
Tras el gran ventanal latigueándome a los cerros
Sin enemigos como una erecta estrella de mar
Siempre desnuda y ser pasto.



Bajo un semáforo ciego de sol rupestre
Mis cueros han barnizado las islas de tus muertos
--asmático tríptico de orgasmo a gata—
y tu trazo fenicio a modelo de Thierry Mugler.
Porque del quattrocento hurtaste el rancio rubor
De los crustáceos desollados y viciosos
Y en la sala de espejos fui polvo amarillo
Que un barman catalán barrió para la luz del oleaje.
Pishtaco hociqueante he devenido baldío
Y hallé tu edad dearreada tras la curva,
El ideograma que te cortejaba fue cecinado
¡Hagámoslo por última vez bestia mía¡
o me hiela un penúltimo Aznavour en el anverso.


Y henos aquí ornados con piel de crisantemos
Tu fiel Sifu contornando sus alabastros
Guiño cotizaciones pesadillado y arden mis odres
--quimeriza la roca renegrida por el agua—
y la maldita sal sólo supo querellar nuestro vino.
De ignotas pensiones recogí sus tres postales
Fue mujer delicada, arrecha maculaba las estrellas
Que invitábamos agonizar desde la orilla cremada.
Fue otoño y la cal umbilical picoteo mis iniciales
La ribera muerta ¡que menguante¡ y mi linaje.
En los riscos siestea el escurrido pez gallo
Y devine extirpador de idolatrías, yo lo sabré
Mi coto y mis despojos, peste de las mujeres.


Yo fui el augur ciego y privado
Acariciando el luctuoso anillo de cuero
Y las glamorosas sábanas de cristal
Donde culean el amor y el enmierdado verduguillo,
estaqueándome en este océano hervido
en las viejas espumas del bar mar
ahogando tu repugnante singlatura, tus fricativas
y no podré olvidarte.
Era el crepúsculo del crepúsculo todavía
Mientras el altano silbaba entre los juncos
Yo entreabrí las celosías cuando fue noche ya
E invité al desnudo violín
Y homerizado lo poseí.

No hay comentarios: